Cuando entramos en esa etapa de la vida tan compleja como es la adolescencia, y nuestro progreso cognitivo se vuelve más maduro, comenzamos a experimentar nuestras vivencias de una forma más intensa. Creemos comprender el porqué de las cosas, y la rebeldía se manifiesta también en todas sus formas. El ser humano es curioso por naturaleza y, a medida que descubrimos cosas distintas, queremos seguir saciando esa sed por lo nuevo, a veces incluso por lo prohibido. Las decisiones que tomamos en la juventud son el fruto, en muchas ocasiones, de nuestras hormonas que están en plena ebullición, y de una falta de reflexión porque actuamos por impulso, ya que existe también una ausencia de experiencia, y por tanto de análisis.
Y ya pueden aconsejarnos nuestros padres sobre lo que está bien o está mal, que hasta que no nos damos el batacazo, no entendemos. Al parecer, aprendemos más de nuestros aciertos que de nuestros errores, explica un estudio emitido por el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets). Sin embargo, los errores forman parte de ese aprendizaje que realizamos a lo largo de nuestra vida. Los errores no deben interferir en el desarrollo de nuestra autoestima; es más, inconscientemente, y aunque a veces no lo veamos, nos aportan conocimiento y nos vuelve más fuertes. Esto no significa que se deban cometer errores para construirse como persona, no; pero equivocarse es de humanos, no hay que verlo como algo negativo. Tratar de hacer el bien es la dirección correcta, y aceptar que no somos perfectos y que tenemos nuestros límites nos ayuda a mejorar como personas. En este caso, la humildad es tu mejor aliado, y la arrogancia tu peor enemigo.
Cuando probamos algo por “primera vez”, surgen siempre las mismas preguntas, la misma inquietud. Se siente miedo, incertidumbre, curiosidad, excitación, una mescolanza de sentimientos que somos solo capaces de controlar con el tiempo, y no siempre. Nuestras “primeras veces” marcarán de por vida en el trayecto de esta. Y afortunada, o desafortunadamente, muchas de esas “primeras veces” las vivimos en una edad en la que nuestra personalidad se está formando todavía. Por ejemplo, en tan solo unos años, entre los 13 y los 20, vivimos nuestras primeras veces más significativas. Nuestro primer beso, la primera discoteca, la primera salida sin nuestros padres, el primer cine con un chico, nuestra primera relación sexual, nuestra primera bebida alcohólica, nuestra primera regla, nuestro primer libro, nuestro primer ordenador, nuestros primeros tacones, nuestros primeros momentos de amor, desamor, y un larguísimo etcétera. Los sentimientos que provocan esas primeras veces no cambian con los años. Cada vez nos casamos más tarde, o nos juntamos en pareja, y cuando conocemos a alguien con el que deseamos mantener una relación duradera, formar una familia, nos encontramos ya en una edad adulta, y cada uno aporta su propia mochila repleta de experiencias y primeras veces ya vividas. Y, sin embargo, queremos seguir experimentando nuevas “primeras veces”. La importancia de “la primera vez” no varía con los años, porque la ilusión y la esperanza siguen estando tan presentes como al principio. Y es que el amor, en las diferentes etapas de nuestras vidas, sigue siendo el motor que mueve nuestros corazones, que alimenta nuestros deseos, que ayudan a forjar nuestros proyectos y que vuelve loco nuestro universo. Pienso que no hay edad para el amor, ni para las “primeras veces”. Siempre estarán ahí, esperando a ser descubiertas por las almas más inquietas y tenaces. Continuarán nutriendo nuestra capacidad para seguir sintiéndonos vivos y seguir amando con la misma pasión que un día nuestro joven corazón experimentó. Las “primeras veces”, no importa en que ámbito o campo, son y serán importantes, no pasan desapercibidas, siempre dejan huella. ¿Y tú?, ¿tienes buenos recuerdos de tus primeras veces?
Magnífica reflexión, Virginia.
Coincido contigo en que el amor es el motor que mueve nuestros corazones, como les ha pasado a Joel y Natalie…
Estoy a punto de terminar tu novela, y me está gustando muchísimo. Cada capítulo me pide leer más y más. Estoy deseando saber qué pasa al final, pues seguro que me sorprenderá.
Enhorabuena por esta primera novela, estoy convencida de que cosecharás muchos éxitos.
Un abrazo.